En 1983 dos amigos (Fernando y Edwin quienes más tarde se convertirían en cómplices del proyecto) me mostraron un álbum que me cambió la vida, no sólo por el hecho de contemplar durante largos minutos su carátula sino el sonido que salía de ese acetato, era el Fingerprince de The residents ese momento cambiaría mi mirada estética en cuanto al sonido.

Fueron variadas las propuestas con las que iniciamos nuestros trabajos. Muchas veces pensamos en imágenes, en sonidos puros, literatura, filosofía, o simplemente de la nada… pero siempre inquietos, con algo definido como mantras o evocaciones que salían de diferentes dimensiones. Fueron jornadas de grabación que dieron cuenta de un espacio y de una idea, sin saberlo construimos un cuerpo sonoro. Con el tiempo, comprendimos que eran rituales los cuales no se repetían, que se daban como única forma y sobre ese aspecto comenzamos a hablar, analizar el sobre el hacer del grupo y a definir, en muchas tertulias, lo que era el arte sonoro. Algo intuíamos, pero el mundo, que después se nos dio revelado, confirmó nuestra inclinación por el sonido.
Con el estudio, la experimentación, y la adquisición de los pocos acetatos que nos llegaron, nos dimos a la tarea de hacer una exploración de artistas plásticos, músicos afines a nuestros gustos.
La lista es larga. En un principio los artistas sonoros giraron en la órbita de la casa disquera de San Francisco Ralhp Records: Chrome, Fred Frith, Nash the Slash, Renaldo and the loaf , Snakefinger, Tuxedomoon, Yello. Después, llegaron los músicos clásicos: Schoenberg , Satie, John Cage, Stockhausen, Pierre Boulez, pero había más de esos artistas sonoros, que partiendo desde lo plástico, también aportarían a esa construcción, a la conformación del artista sonoro, como: Fura del Baus, Laurie Anderson, Yoko Ono...